Sal 139
(138), 1-6
tú
conoces todas mis acciones;
aun de
lejos, te das cuenta de lo que pienso.
Sabes
todas mis andanzas,
¡sabes
todo lo que hago!
Aún
no tengo la palabra en la lengua,
y tú,
Señor, ya la conoces.
Por
todas partes me has rodeado;
tienes
puesta tu mano sobre mí.
Sabiduría
tan admirable está fuera de mi alcance;
¡es tan
alta que no alcanzo a comprenderla!
Reflexión
El que compuso esta oración tiene la experiencia de que
Dios le conoce mejor que él así mismo. Conoce lo bueno, lo malo, lo que
deseamos, lo que pensamos realmente.
Por eso relacionarnos con Dios nos ayuda también a
conocernos mejor. Ojo... y a querernos como Dios nos quiere. Porque conocerse
no es para mal, es para bien.