Me llamo Rafael. Tengo 7 años y vivo en Brasil, un país muy grande y lleno
de vegetación y de bichos. Pero lo más bonito que tiene son los niños de aquí.
Tengo muchos amigos y me gusta ir a su casa y que vengan también a la mía. Soy alegre y muy
vivo, pero algunas cosas me ponen triste. Al lado de mi casa tenemos una
plaza muy grande. Allí la gente puede
jugar y saltar y también levantar cometas. Se llama Plaza del Papa, porque fue
allí donde el papa Juan Pablo II reunió a los de nuestra ciudad. Los domingos
cuando salgo con mi padre a jugar con mi cometa, veo a muchos niños vendiendo
agua de coco, maíz, globos, jugo... Y me parece raro, porque ellos también
tenían que estar jugando y saltando como yo. Entonces, mi padre llama a algunos
para que jueguen con nosotros y eso me hace feliz y me pongo muy contento. Creo
que Jesús haría lo mismo. Reuniría a todos los niños y haría un corro grande,
debajo de un árbol, y contaría un cuento. Y diría que el sitio de los niños es
en la escuela y con su familia.
Por eso quiero que todos recéis por los niños de mi país. Porque necesitan
que les quieran y les cuiden. Y además tienen que jugar mucho.
Rafael, 7 años