Dios nos acompaña y espera nuestra maduración en la fe. Espera que
salgamos de nuestras tumbas, como Lázaro, que nos levantemos y vayamos
tras los pasos de Jesucristo. No se enoja si a veces, como Marta y
María, le reprochamos su ausencia en el camino. Está esperando que le
confesemos, igual que Marta, como el Señor, el Hijo de Dios, la
resurrección y la vida. ¿Quién es Jesús para mí?