En Jesús conocemos las actitudes del verdadero pastor. Todo pastor, hombre o mujer, que se aleje del modelo que él presenta, que no cuide a quienes le han sido confiados, que no ofrezca vida, viene a «robar, matar y destruir». Y todo aquel, hombre o mujer, que no siga la voz de Jesús, que se niegue a entrar por la puerta verdadera, que no le siga, se aleja de la vida, desprecia la vida abundante.