martes, 8 de noviembre de 2016

Jesús dejó claro en el evangelio de esta pasado domingo que nuestro Dios, es el Dios de la vida y por eso, para los que mueren, su destino no es la muerte, sino la vida. Con la muerte no acaba la vida, esta sigue adelante: “Y son hijos de Dios, porque son hijos de la resurrección”. No sabemos muy bien cómo será esto, la otra vida es inimaginable, distinta de la de aquí abajo. Casi todo lo que se refiere a Dios, sobrepasa nuestra inteligencia y esto nos da la posibilidad de creer o no creer, de transcenderse,  de pensar que nuestra vida siempre está en sus manos y que sus promesas se cumplen.