Como cristianos nuestra
principal tarea debe ser la equidad, la justicia, el amor y que todos
tengamos lo necesario para una vida digna. Es difícil, pero no
imposible, salir de esta corriente que sólo busca el bienestar de unos
cuantos y la desesperanza y miseria de una gran mayoría. Para ello,
tenemos el mejor aliado la fuerza que emana de Jesús de Nazaret. Ésta
debe despertarnos del letargo en el que estamos metidos y no dejarnos
llevar por la corriente de comprar aunque no necesitemos; de tirar la
comida mientras otros no tienen nada que llevarse a la boca; hacer
grandes celebraciones mientas hay hermanos que no pueden pagar la luz,
el gas, el agua, la vivienda, etc. El evangelio nos llama.
¡Despertad! Qué el hermano se muere mientras tú miras hacia otro sitio.
De esta forma no construimos el Reino de Dios, sino que apoyamos las
injusticias.