miércoles, 7 de junio de 2017

Hay una inmensa cadena que parte del mismo Dios y, pasando por Jesús, llega hasta mí, haciéndome también su hijo, su enviado. ¡Somos enviados de Dios, embajadores del Padre, sus mensajeros, en compañía de Jesús, en la construcción de la nueva humanidad! Pentecostés nos invita a examinar nuestro espíritu misionero. El Espíritu no se nos da simplemente para «gozarlo», sino para «compartirlo», para que toda la humanidad pueda comprenderlo en su propia lengua.