La presencia de Jesús en el pan y el vino nos debe animar a hacer de
este sacramento un signo de vida que nos recuerde permanentemente que el
Reino es como un banquete donde se comparte, se convive como
hermanos, nos acogemos unos a otros, nos alimentamos de Dios y aceptamos
su proyecto... En contra de este día no están las circunstancias
sociales, políticas o meteorológicas, sino quienes relegan la eucaristía
al templo y no sacan a Jesús, hecho de nuevo pan que se parte y vino
que se reparte por amor, a la vida, a las calles de nuestras ciudades,
al trabajo cotidiano.
Y para acabar nuestra oración y antes de rezar todos juntos la oración que Jesús nos enseñó, la pregunta de hoy es: ¿Cómo nos hacemos pan y nos repartimos para los demás?
San Marcelino Champagnat, ruega por nosotros.
Mare de Déu de la Salut, la nostra bona mare, prega per nosaltres.