Nuestra relación con Dios es muchas veces parecida a la de estos dos
hijos. A veces formulamos con firmeza
buenos propósitos y luego nos cuesta cumplirlos: somos entonces como el
primer hijo. Otras veces, escuchamos la voz
de Dios y le contestamos de forma reacia, aunque después vayamos
cumpliendo lo que nos inspira: somos como el segundo hijo. Somos
conscientes de que estamos llamados a ser como el Hijo por excelencia,
como Jesús.
Finalicemos nuestra oración, rezando:
Padre Nuestro...
San Marcelino Champagnat.
Mare de Déu de la Salut.