Los prejuicios y la falta de comunicación provocan que nos distanciemos y no seamos capaces de empatizar con el otro. En cambio, cuando tenemos a la otra persona delante y vemos a través de sus ojos su dolor y el sufrimiento, no podemos hacer otra cosa que conmovernos.
Esto es exactamente lo que pasa cuando colocamos a un europeo y a un refugiado cara a cara. Los problemas se diluyen, los prejuicios se evaporan y surge una mirada tierna que da lugar a la aceptación.
¿Qué pasa cuando se miran un europeo y un refugiado?