jueves, 20 de marzo de 2014

Tu cara me suena



¡Ser un instante luz, sólo un instante!
Sopla y enciéndeme, Señor, cual árbol
resplandeciente entre la noche oscura,
Mira mis verdes que se extienden largos,
mira mis ramas de quejidos: crecen
en la noche, tu fresca luz buscando.

Señor, posa tu caricia
en mis cabellos, de la tierra, amargos,
y deja un surco luminoso en ellos,
un reguero de cielo dulce y largo.



UNA PROPUESTA: Sal de las tinieblas, de lo oscuro y de aquello que te nubla… Deja atrás la seguridad del valle y emprende sin miedo la subida al monte, porque arriba te espera la luz. Renuncia incluso a tu idea hecha sobre Dios y a lo que crees que es pérdida o ganancia, ábrete a la novedad absoluta de Jesús y de su Evangelio.

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