jueves, 24 de noviembre de 2016

Abramos nuestros ojos a Dios como los niños

Jesús dijo: Yo os aseguro: si no cambiáis y os hacéis como los niños, no entraréis en el Reino de los Cielos. Así pues, quien se haga pequeño como este niño, ése es el mayor en el Reino de los Cielos. Y el que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe. (Mt 18, 3-5)

Los niños tienen virtudes que los que nos vamos haciendo mayores deberíamos admirar. Entre otras cosas la fe en Dios. Conforme crecemos nos olvidamos de Él, como nos olvidamos de nuestros padres y de muchos de nuestros principios. Por eso crece estando seguro siempre de que tu yo-niño no se avergüenzaría de tu yo-adulto.