miércoles, 23 de noviembre de 2016


Quizás a nosotros, al igual que a las personas que allí estaban, nos resulte difícil aceptar  que el Hijo de Dios no fuese capaz de salvarse. Que Dios no evitase el dolor y sufrimiento de su hijo. La causa de Jesús es el amor a la humanidad, a los más marginados, los desahuciados y abandonados de la sociedad. Por ello, la Iglesia hoy tambien recuerda de forma especial a los sin techo; personas que no tienen un lugar donde reclinar su cuerpo cansado y vivir con dignidad.  Trabajemos como hermanos, como Iglesia, para ser testimonio de los valores del Reino:  entrega y amor a los más desfavorecidos.