Quizás a nosotros, al igual que a las personas que allí estaban, nos resulte difícil aceptar que el Hijo de Dios no fuese capaz de salvarse. Que Dios no evitase el dolor y sufrimiento de su hijo. La causa de Jesús es el amor a la humanidad, a los más marginados, los desahuciados y abandonados de la sociedad. Por ello, la Iglesia hoy tambien recuerda de forma especial a los sin techo; personas que no tienen un lugar donde reclinar su cuerpo cansado y vivir con dignidad. Trabajemos como hermanos, como Iglesia, para ser testimonio de los valores del Reino: entrega y amor a los más desfavorecidos.