Descubrir a Dios es amar a los demás aunque tengan
otras ideologías, otras confesiones o etnias distintas. Todos tenemos la gran
tarea, seamos cristianos o no, de trabajar por un mundo más justo, cercano y
humano. Como Iglesia para ser creíbles debemos de desterrar la
imposición, los enfrentamientos y sobre todo apoyar a los más olvidados de la
sociedad del bienestar. Eso es «vivir la alegría del Evangelio».