martes, 2 de octubre de 2018

Ampliar horizontes, derribar barreras.

La causa de Jesús, el reino de Dios, excede con mucho los límites de la comunidad y de la misma Iglesia. No sólo hay en el ancho mundo personas capaces de realizar signos liberadores, sino que los cristianos hemos de reconocerlo, agradecerlo y apoyarlo. El Espíritu de Dios no se encierra en grupos o instituciones, sino que es soberanamente libre. El sectarismo y la intolerancia no tienen sitio en la comunidad cristiana. No puede haber envidias porque otros hagan el bien. Todos los que luchan por la causa del ser humano, están con nosotros. No hay un solo combate por la justicia que no esté silenciosamente en relación con el reino de Dios, aunque los cristianos no lo queramos saber. Hoy toca abrir los ojos y descubrir en el amplio mundo, fuera de mi comunidad, la gran cantidad de grupos y personas que trabajan por la vida, siembran el Reino y ayudan a los demás. Descubrir a profetas, testigos, discípulos, amigos, hermanos... sin títulos, sin credenciales, sin banderas. Acogerlos y alegrarme con ellos y por lo que ellos hacen. Gracias. No somos pocos.