martes, 22 de enero de 2019

SEMANA VOCACIONAL: Martes 22 enero

INFANTIL

EL BUEN SAMARITANO 

Introducción:
Hoy vamos a ver lo importante que es ayudar al que lo necesita y que no podemos mirar para otro lado. Pomos ver el vídeo que está en el siguiente enlace o leerles la historia adaptada para ellos que ponemos a continuación. 




Reflexión 
¿De todas las personas que pasaron por el camino, quién fue el que realmente ayudo a aquel que lo necesitaba? 


PRIMARIA

EL ÁRBOL RUISEÑOR 

Hubo una vez un lindo ruiseñor que hacía su nido en la copa de un gran roble. Todos los días el bosque despertaba con sus maravillosos trinos. La vida volvía a nacer entre sus ramas. Las hojas crecían y crecían. También lo hacían los polluelos del pequeño pajarito. Su nido estaba hecho de ramitas y hojas secas. Algunas ardillas curiosas se acercaban para ver como los polluelos picoteaban el cascarón hasta dejar un hueco en el que poder estirar su cuello. Empujaban con fuerza y lograban salir hacia fuera. Sus plumitas estaban húmedas. En unas cuantas horas se habrían secado y los nuevos polluelos se sorprenderían de lo que les rodeaba. El árbol estaba orgulloso de ellos. Él también era envidiado por los demás árboles no sólo por tener al ruiseñor sino por la belleza de su tronco y sus hojas. Era grandioso verlo en primavera. Al llegar el otoño, las hojitas de los árboles volaban hacia el suelo. Con gran tristeza caían, pero el viento las mimaba y las dejaba caer con suavidad. Al pasar el tiempo éstas serían el abono para las nuevas plantas. Al ruiseñor le gustaba jugar entre sombra y sombra. Revoloteaba haciendo piruetas, buscando la luz y cuando un rayo de sol iluminaba sus plumas, unas lindas notas musicales acompañaban su alegría y la de sus polluelos. Un día un hongo fue a vivir con él. Ya lo conocía de antes se llamaba Dedi, bueno, tenía un nombre muy raro, pero ellos le llamaban así. El roble comenzó a sentirse enfermito, tenía muchos picores y su piel se arrugaba. De vez en cuando le corría un cosquilleo por el tronco. Estaba un poco descolorido, ni siquiera tenía ganas de que los ciempiés jugaran alrededor de sus raíces. Él hongo estaba celoso del árbol y de su amistad con el ruiseñor. Pensó que si le enfermaba, el ruiseñor le haría mas caso a él, envidioso de su amor no le importó hacerle sufrir. Los demás animales convencieron al hongo para que abandonara al árbol. Así conseguiría, ser su amigo pero nunca por la fuerza. A partir de aquel día siempre se juntaban para ver amanecer. El hongo aprendió una gran lección, su poder y su fuerza debía utilizarlas, para algo bueno, para crear, no para destruir. 

Reflexión 
Como el hongo nosotros no estamos hechos para destruir, sino para crear, pera hacer bueno el mundo en el que vivimos. 
¿Crees que estás hecho/a para colaborar en la creación de un mundo maravilloso? 
¿Cómo crees que lo puedes hacer? 
¿Cómo lo vas a hacer hoy en tu casa o en el cole? 


SECUNDARIA-BACHILLER

LA FÓRMULA DE LA FELICIDAD 

Una mujer era conocida por todos por lo feliz que se la veía allá donde fuera e hiciera lo que hiciera. Ya podía tener dificultades, problemas, complicaciones o alegrías, que siempre se la veía con el mismo rostro de serena felicidad. Un día le preguntaron cómo había conseguido alcanzar ese nivel de felicidad tan estable. Y ella les dijo con gran sencillez: 
No es nada del otro mundo. Simplemente he intentado seguir los consejos que me dio mi padre antes de morir… 

En este momento se interrumpe la historia. 
Se pregunta a los chavales que sean ellos los que señalen qué consejos pueden dar a los demás que ayuden a la gente a ser feliz. Después de que ellos se manifiesten, se prosigue con la historia. 

… me dijo: “No tengo dinero para dejarte, sólo te puedo dar la fórmula que a mí me ha ayudado a ser feliz: vive cada día procurando tener los pies en el suelo, el corazón en su sitio y la cabeza sobre los hombros. Y así lo hice. 
Extrañados por esta respuesta, le dijeron: Pero eso es lo que hacemos todos ¿no? 
Y ella, coºn una sonrisa, les aclaró mejor su respuesta diciendo: No es lo más corriente. Conozco a muchas personas que han perdido la cabeza, no tienen corazón y viven en las nubes de falsas realidades. Yo me esfuerzo cada día por tener el corazón en su sitio, en las manos de dios, y no ponerlo en tantas cosas que me harían perderlo. Procuro también tener los pies en el suelo del presente, y no vivir en las nubes del pasado o del futuro, que ahogarían la vida con sus angustias, y preocupaciones. Y en todo momento, estoy en guardia para no perder la cabeza persiguiendo todas las promesas de felicidad que me ofrece, cada día, este mundo de apariencias. 

Preguntas para la reflexión: 
¿Cuáles son los criterios de este mundo para ser feliz? 
¿Qué felicidad creéis que ofrece Dios / las religiones? 
¿Qué cosas hacen que se pierda el corazón, se deje de pisar el suelo de la realidad y se pierda la cabeza?